sábado, 25 de diciembre de 2010
H
Paso YO.
Detrás de una puerta.
Detrás de tus ojos.
Soy envidioso de las fantasías;
incluso de las que mueren.
¿Por qué no te arriesgas?
¿Quieres hablar de tú muerte en mis brazos?
¿Quieres arrodillarte gimiendo como un caballo cruzando la meta?
¿Huele a Sexo? ¿Podrías adivinar las horas, los días, las semanas en que sobraban las palabras?
¿Morirías junto a mí? ¿Me olvidarías?
¿Podemos hablar de esto mañana?
¿Cuántas veces tendré que darte la vuelta, dirigirte como un jinete con sobrepeso o un escritor emborrachado?
Pasas Tú… pasas alegre… me alegró por ti.
¿Quién nos presentó?
¿De verdad existes?
¿O sólo eres como una melodía que pienso cuando deseo algo más que tu cuerpo en todas las direcciones que dan tres golpes?
Uno arriba.
Otro abajo.
El ultimo explotando hacia el final.
Después de todo ¿Podemos hablar?
Me dices que si.
No puedo decir NADA.
SS
sobre lo que se crea, en dos páginas abiertas, como una flor criminal.
Un crimen Tuyo, Mío o de quién Sea;
siempre que la página parezca un edificio de letras sin descifrar,
sangre que seduzca peligrosa.
Desde mi amigo G: sobre arañas; con JP del islam.
Pero los libros tienen un problema:
y es que son algo parecido a la eternidad;
Y Rimbaud renegaba de la eternidad.
Debe ser porque somos ángeles cuadrúpedos
Que van a un cielo distinto,
donde todos al final somos trasquilados infernalmente.
Me gustaría a veces también,
sólo entre cigarro y cigarro; otro mortal
que me acompañe...
Yo pensé que los libros bastaban...
y ya cansado de los libros
¿Con qué sigo sin que sea inofensivo?
Tengo de homenaje las risas de los tontos.
Y con ellas se cierran mis ojos.
Jamás sabre el principio del eterno retorno.
lunes, 20 de diciembre de 2010
S
ELLA se contornea, parece que baila, acude con presura, a una cita, a un encuentro; quizás una marcha, quizás un cumpleaños, o sólo camina, siempre como bailando, dando pasos largos, balanceando su pequeña cadera, y mientras camina no sabe que se acaba de convertir en un sapo. Nada mejor, porque justo está comenzando a llover, y en la esquina aparecen otros anfibios, que en un tiempo a esta parte, jubilosos, se han enamorado de su breve juventud, una juventud promiscua y, por sobre todo, acuática. Sin enterarse si quiera se dirige a la esquina, ahí croan todas, incorporadas ha está transformación universal, se refriegan, saltan, se pegan, dejan una estela viscosa, en el vestido, falda, saya o lo que sea, pero de ELLA, que aun no sabe que también es un sapo o que de pronto, instantánea, ridícula ha evolucionado-¿Corregido, reformado, mejorado?- en SAPO, siempre verde, porque verde es el color de éstos sapos (Perdón, uno tiene un tinte azul cerca de su ojo derecho). Y dígame alguien sinceramente: ¿Los sapos saben qué es el amor? Yo diría que si. Tanto que me da miedo tomarlos.
lunes, 13 de diciembre de 2010
J
sábado, 11 de diciembre de 2010
Prueba
Nauta
miércoles, 8 de diciembre de 2010
"Sin paraíso no hay romanticismo"
domingo, 5 de diciembre de 2010
Muñeca
sábado, 4 de diciembre de 2010
Lectura
domingo, 28 de noviembre de 2010
Plaza de Armas
Debe ser una confusión. Una mezcla de películas, imágenes de novelas, fotografías y quizás un recuerdo vago. Es impreciso, pero al final de un pasillo rodeado de arbusto, de hojas impermeables, bañadas por una capa de suave liquido, y de otros más tupidos, quizás a diez o quince metros, lo bastante largo y extenso para la mirada de un niño, claro, porque en uno de los extremos la imagen es la de un niño: sandalias cafés con unos cierres dorados, duros, incómodos por la expresión de Mauricio al caminar, pantalones cortos, una camisa a cuadros azules, amarillos con un fondo flanco y sobre sus ojos la melena de su pelo dispuesto hacia la frente, como el He-Man que ve las tardes en el canal cinco. Y mientras camina hacia el otro extremo envuelto en una luz que lo acompaña, pero que desaparece del espacio circundante, que lo ilumina solo a él, como la luz de un reflector, pero menos invasiva, puesta como en hilos transparentes ¿Es un niño recuerdan? se encuentra un hombre viejo, sin forma, solo con un chupalla y al lado un caballo: ¿De verdad o mentira? Me confundo, Mauricio que ya ha llegado y se fija en los ojos de a crochet, no dice nada, se hunde, teme acercar su mano, algo le da confianza, un gesto, tal vez un guiño del hombre, tal vez la montura que tiene lo colores de Chile, si, porque ya sabe, que Chile es azul por el cielo, blanco por la nieve y rojo por la sangre, tal vez de Arturo Prat, pero eso lo tiene menos claro, porque no lo ve, tal vez el hecho de que siente que el caballo impasible, tiene vida, también la vida alrededor va apareciendo, como los objetos vuelven aparecer cuando amanece tiernamente, en la plaza : el vendedor de helados, otros niños con globos, remolinos, organilleros, gente jugando ajedrez, música, si, música, que baja por la plaza como las niñas que bailan tomándose con la punta de los dedos los bordes de sus vestidos, girando, meciéndose alegres. Algo llena el espacio de vida, es el soplo de un sueño, su abuelita siempre esperándolo con una servilleta para sacarle las manchas de helado. Todos son felices en esta plaza española, o que era española, y hoy es un recuerdo vago, que ya no existe.