domingo, 8 de noviembre de 2009

L.Q.D.D

Hace quince años que no me sentaba en la calle, si, aquí pegadito a la vereda, medio hincado o con las piernas cruzadas, eso si, en esa postura a uno se le terminan durmiendo, así que más vale ir cambiando el cigarrillo de la mano y frotárselas fuerte, pa' que las hormigas ficticias, fantasmas, fuera del espacio, salgan volando sin dolor alguno. Parece que la verdadera democracia esta en una procesión de tambores "carnavalescos", solo tambores, y los golpes que se perfilan de izquierda a derecha, como si en algún momento se descifrara el misterio de la libertad y del tiempo. Algo así como si la libertad fuera estar aquí sentado en la calle, como una piedra a la orilla de un río, y la primera idea sobre el tiempo: que todos los días son iguales, más vale entonces dotarlos de conciencia... de estar aquí, viendo a la diosa del carnaval, de la fiesta, moviéndose y quebrando las formalidades del orden del cuerpo y de la ropa y tratar de que exista una pausa entre los ojos de ella movedizos, como empuñados detrás de la mascara celeste con cintas rojas y esquirlas doradas, y los míos felices de estar lanzados al fin y al cabo al vacio, si total, no van a llegar a los de ella, no envidio a nadie, no los quiero, pero me gusta creer a que si. No tengo calles, pero si tu compañía. ¿Otro cigarro?

No hay comentarios:

Publicar un comentario